Entrevista a Jorge Roman protagonista de “Monzon”
La serie biográfica sobre Carlos Monzón se estreno por la pantalla de Space y desde hace unos días esta completa en Netflix. Cuenta con 13 capítulos
La biopic, producida por Disney Media Distribution Latin America y Pampa Films, irá detrás de la polémica figura del cuatro veces campeón del mundo de boxeo, poniendo foco en la investigación del femicidio de Alicia Muñiz, última pareja y madre de su hijo menor.
La serie tiene 13 capítulos de una hora y cuenta con un elenco de grandes figuras: Jorge Román y Mauricio Paniagua serán los encargados de interpretar al histórico boxeador argentino en las distintas etapas de su vida. Junto a ellos, Celeste Cid (será Susana Giménez), Soledad Silveyra, Diego Cremonesi, Gustavo Garzón y Florencia Raggi, entre otros artistas, encarnarán los personajes más importantes en la vida del boxeador. Además, Paloma Ker interpreta a “Pelusa” (su primera esposa) y Carla Quevedo será Alicia Muñiz.
La serie reconstruye no solo los hitos en la carrera del campeón sino su infancia, su llegada al mundo del espectáculo y el jet-set internacional; pero sobre todo profundiza en las derivaciones del caso policial que mantuvo en vilo a la sociedad de la época.
“Hay personas que aún hoy te hablan del campeón y hay personas que te hablan del femicida”, dice Jesús Braceras, director de Monzón, la serie sobre el ícono del boxeo Carlos Monzón que se estrena el 17 de este mes en Space. “Decidimos ahondar en eso y descubrir qué de los dos había ahí”. Sobre esa tensión entre el ídolo popular y el hombre que asesinó a su esposa, la modelo Alicia Muñiz, avanzan las líneas narrativas de esta biopic de trece episodios.
Hernán Moyano: Estás disfrutando de este boom, imagino que debe ser fuerte estar en la boca de todos, y todo lo que pasó con la serie.
Jorge Roman: Si, parece que estoy bien anímicamente, porque estoy disfrutando. Yo tiendo en estas cosas a no disfrutar como debería hacerlo, pero ahora lo estoy disfrutando y estoy tranquilo. Está bien. Se trabajó mucho, trabajó mucha gente en la serie y bueno, bien. Estoy bien, estoy contento.
HM: Vos me contabas en nuestras charlas sobre Monzón, y me decías del tiempo que se pudieron tomar a conciencia, que se pudieron dar el tiempo para hacerlo bien, y cuando llegué a los últimos capítulos finales, puntualmente en el capítulo final, me destruyó.
JR: Si, vos sabes que es generalizado. Me llama la atención, como que hay un consenso, sobre todo con los últimos capítulos, que fueron impactantes y shokeantes. Más allá de mi trabajo, la realización es impecable, los tiempos que manejaron, el director, los montajes, dio un combo para que sea así, electrizante.
HM: ¿Te pasó que te digan que fue shockeante?
JR: Sí. Me invitaron para una nota hace unos días atrás para la peli Matar un muerto, y cuando me quiero dar cuenta la periodista me lo llevaba para Monzón, y en ese espacio que tiene Artear donde están todos con sus computadoras alrededor trabajando, y la chica de la nota me dice que tiene que cortar porque tiene amigos que se quería sacar fotos conmigo. Y esos amigos era los periodistas que estaban ahí trabajando, y se quería sacar fotos conmigo. Ese fenómeno para mi es atípico.
HM: Yo también te pedí mi foto.
JR: Y no pasó una hora que el ídolo le dio paso al sueño. (risas)
Rodrigo Ferreyra: ¿Cómo hiciste para prepararte para representar a Monzón?
JR: Yo me vi obligado que en un poquito más de un mes, comprimir lo que me puede llevar un año, un año y medio. Un poco fue con material fílmico, videos, de la vida de él. Y en mi caso los reportajes que le hacían en la cárcel. Y por otro, bueno, la caracterización externa, el vestuario, hacer boxeo, y empezar a buscar actitudes y posturas básicas para mirar, que teníamos que trabajar en conjunto. Había algunas cosas que tenían que estar sí o sí, como la forma de pararse, de mirar.
Cuando llega el momento de las escenas, donde teníamos mucho tiempo para ensayar, corregir, mejorar, y ahí había que agarrarse del texto del compañero y ponerle el cuerpo. Fue lanzarse en algún punto.
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HM: En los capítulos finales, el tema de las miradas, y en el último capítulo, cuando ya se da cuenta que es una bomba de tiempo, y lo que haces vos de un segundo a otro es increíble, imagino que te debe repercutir físicamente.
JR: Si, claro. Estuvimos tres semanas en esa casa. Jornadas de mucho frío, recreando el verano, y siendo jornadas nocturnas, eran las siete de la mañana en mi casa que no me podía dormir. Pero bueno, el último capítulo, con un plano secuencia de 15 minutos, lo habremos hecho una diez o quince veces. Y los directores, bueno, son malos los directores. Te dicen “ya lo tenemos” a las dos de la mañana y a las 4 te repiten “ya lo tenemos”. Se ceban, y es una cosa tremenda, arrancan con el “es maravilloso lo que estás haciendo”, pero ahora vamos a agregarle tal cosa.
Pero bueno, fue un trabajo en conjunto con los que hacían efectos, algo medio coreográfico. Me acuerdo que una de las tantas veces que sentimos que había cerrado lo que estábamos haciendo, cuando dicen corte en general vienen los eléctricos y levantan las cosas, vienen los de vestuario, y pasaba que decían “corte”, y nadie se movió. Miro a los chicos de los cables y estaban duros, no se movían. Y ahí pensé que si eso se traducía a la pantalla iba a ser un gol de media cancha. Carla Quevedo la verdad que siendo más pendeja, puso todo ahí, y más.
HM: Ella estuvo muy bien, dio muy bien.
JR: A lo último, ya cuando poníamos toda la carne al asador, Carla me dijo “Jorge te tengo que decir algo. En la última me diste miedo”. (risas)
HM: El director eligió inteligentemente grabar y no cortar, y ver eso que se estaba generando.
JR: Gabriel Nicoli, que dirigió la segunda parte además de ser guionista, estuvo allí y se notó que iba disfrutando de todo lo que se iba dando. Y eso fue un aliciente muy importante para nosotros. Y además, un plus fue lo de los ángeles guardianas que teníamos ahí, que eran las chicas de makeup. Porque los actores somos muy calientes, y estamos como criaturas, y las chicas seguro nos veían como muy vulnerables, porque venían y nos acariciaban, nos ponían la frazada.