“Sansón y Dalila” de Damian Szifron continua cosechando increíbles criticas
“SANSÓN Y DALILA” EN VERSIÓN BÍBLICA
Por COCÓ RODEMANN – Ópera Actual
Placer a los ojos y elixir para los oídos. El debut en el mundo de la ópera del director de cine argentino Damián Szifron, autor de la muy premiada “Relatos salvajes”, no podía haber estado mejor apuntalado.
Literatura, música y danza para una puesta en escena que resultó rabiosamente cinematográfica.
Szifron no se planteó otro desafío que presentar a los personajes protagonistas como son o como fueron y en eso radicó su éxito: en hacer un clásico en tiempos postmodernos, en su humildad como novel, y generosidad con la música y el libreto.
Todo en la producción concuerda. No hay cabos sueltos. Es un paseo en el tiempo, íntimo, sugerente y teatral, como la iluminación de Olaf Freese. La trama transcurre en algún lugar del desierto y en una época anterior a Cristo, como en el Antiguo Testamento. El vestuario está perfectamente asociado al sufrimiento del pueblo hebreo y a la dominación de los filisteos. Sansón y Dalila —él judío, ella filistea— alimentan su relación subversiva a escondidas de sus pueblos, en una cueva situada en una cima rocosa. Allí, tras comprobar Dalila que su poder sobre Sansón no es tan fuerte como la lealtad de éste para con su pueblo, lo seduce para averiguar su secreto.
Con Elina Garanča como Dalila y Brandon Jovanovich como Sansón, el regista argentino contó con dos cantantes de primerísima fila que también estaban dispuestos a correr el riesgo de actuar.
La Staatskapelle y Barenboim recubrieron la intimidad de la pareja con un manto melódico maravilloso.
La escenografía en el tercer y último acto es fascinante, un cóctel en el que se mezclan todas las artes escénicas. Sansón recupera su fuerza a las puertas de la muerte para sembrar la destrucción de dominadores y sometidos. Es Hércules. Porque para Szifron, muy interesado en el perfil psicológico de los personajes, “Sansón y Dalila” no es una historia de amor, sino sobre la represión del amor y la lucha entre un hombre y una mujer igualmente fuertes en una sociedad patriarcal y un pueblo oprimido que se resiste a la asimilación.
La comunicación entre foso y escena fue total, un conjunto perfecto.
AMOR Y POLÍTICA: “SANSÓN Y DALILA” DE SAINT-SAËNS EN LA ÓPERA ESTATAL DE BERLÍN
Reconociendo los conflictos actuales en el tejido antiguo
Por KAI KÖHLER – Junge Welt
Una historia del Antiguo Testamento: los judíos son oprimidos por sus enemigos, los filisteos. La promesa de salvación es Sansón, capaz de aplastar a sus oponentes con poderes sobrehumanos. Desafortunadamente, ama a Dalila, que obtiene el secreto de su fuerza y lo entrega a sus enemigos. Los filisteos cortan las trenzas de Sansón, privándolo de su poder divino, lo torturan y le perforan los ojos. Mientras se burlan de él, Sansón invoca a su dios, recupera el poder por un instante y hace añicos las columnas del templo. Miles de enemigos mueren con él aplastados por los escombros.
En su ópera, Saint-Saëns establece el conflicto de Sansón entre el deber político por la lucha de liberación nacional y el amor privado. Ambos son justificables: hay tan pocas dudas sobre la brutalidad de los filisteos como sobre la importancia que Dalila tiene para el héroe. Pero sólo el conflicto entre el deber y la inclinación romántica sería convencional. Es la interpretación de Dalila lo que dota al concepto de toda su tensión. En la Biblia, se le paga por traicionar a Sansón. Eso es fácil. Aquí, odia a su amante porque si bien la ama, ama a su dios más que a ella. No está claro si el anciano hebreo que advierte a Sansón en el primer acto de la ópera tiene razón, o si la advertencia es lo que causa la desgracia, porque obliga a Sansón a elegir entre Dalila y su dios.
Esta es una oferta generosa para un director, que puede mostrar las complejidades entretejidas en este esquema. La ópera estatal de Berlín se arriesgó al convocar a Damián Szifron, anteriormente conocido sólo por sus trabajos en cine y televisión.
El resultado es impresionante. Szifron no se mueve en el mundo interno de aquellos que creen saber lo que es el teatro musical contemporáneo. Le ahorra al público actualizaciones superficiales, tanto en términos de guerra como de luchas amorosas. Los cantantes actúan en trajes históricos y Szifron confía en que los espectadores, solos, reconocerán los conflictos actuales en el tejido antiguo. Su liderazgo es consistente con la música, que a menudo resalta las conexiones. Incluso cuando los largos pasajes del coro amenazan con volverse estáticos, Szifron sabe cómo desarrollar actitudes individuales y, por lo tanto, iluminar el conflicto social.
IMÁGENES MARAVILLOSAS
Gesamtkunstwerk: “Sansón y Dalila”, una historia coherente
(N. del T. El término alemán “Gesamtkunstwerk” se traduce como “Obra de arte total”. Se le atribuye al compositor Richard Wagner, quien lo acuñó para referirse a un tipo de obra de arte que integraba la música, el teatro y las artes visuales.)
Por DANIELA DEBUS – Opera Gazet
Primero, un perro lobo corre por el escenario. Más tarde, un toro muerto es arrastrado de una cuerda. El director de cine Damián Szifron ha presentado “Sansón y Dalila”, de Camille Saint-Saëns en la Ópera Estatal de Berlín Unter den Linden, con Daniel Barenboim conduciendo la velada.
MÁS QUE AMOR, TRAICIÓN Y MUERTE
El diseño de escenografía de Étienne Pluss juega con imágenes maravillosas. En el cielo, la hora del día se alterna, las estrellas se recortan sobre un fondo azul profundo, la luna brilla blanca, un sol anaranjado, el amanecer, los paisajes de rocas estériles, el polvo. En la última imagen, la conflagración detrás de las columnas negras del templo derrumbado. En el medio, una puesta llena de guerra, opresión, amor, pasión, desconfianza, traición y muerte
ARTE ANTIGUO SOBRE EL ESCENARIO
Sansón y Dalila se encuentran entre los grandes amantes de la historia. En la pintura, genios como Mantegna, Van Dyck, Rembrandt y Rubens han recreado este tema. Después de que la ópera fuera inicialmente rechazada como “muy poco francesa” en Francia, hoy es una de las más representadas del repertorio francés. Christa Ludwig, Agnes Baltsa, Waltraud Meier, Plácido Domingo y Roberto Alagna cantaron los roles del título.
“Brandon Jovanovich es considerado uno de los principales tenores en francés e italiano. Brilla en los escenarios de Salzburgo, Múnich y Viena. Domina todas las situaciones, incluso las más difíciles, como cuando está atado durante una eternidad a una cuerda que cuelga del techo.”
“Elina Garanca ya ha inspirado a Roberto Alagna como Dalila. Nombrada la Mejor Carmen de los últimos 25 años por el New York Times, la cuatro veces ganadora del premio Echo cautiva con su timbre, y no sólo durante el famoso dúo de amor “Mon coeur s’ouvre à ta voix”, que canta recostada de espaldas, en la escena previa al sexo con Sansón. Después de este acto, ella lo castra cortándole el pelo y por lo tanto, su fuerza y masculinidad. Sin esfuerzo, la mezzosoprano nacida en Riga, eleva el rol gracias a su sobresaliente técnica vocal, seduciendo y cautivando no sólo a Sansón, sino también al público con sus solos. Con peluca negra, se ve más sensual y más fuerte que pálida y rubia en este mismo rol hace un año en la Ópera Estatal de Viena.”
“Michael Volle brilla en su papel de Supremo Sacerdote de Dagón, tanto vocal como actoralmente. Domina el escenario desde el momento en que entra. Su poderoso barítono suena cálido, enérgico y trascendente. El público de Berlín lo ama con razón.”
“La orquesta Staatskapelle, bajo la dirección musical de su conductor, suena mucho más voluminosa que los instrumentos por separado. El coro, con dirección de Martin Wright, es fantástico en todo momento. Ya sea esclavizado y desnudo, o celebrando la victoria, en cada giro alcanza el éxito, cantando y actuando sin esfuerzo. Este coro es considerado uno de los mejores del mundo.”
¿QUÉ TAN ACTUALIZADA DEBE SER UNA ÓPERA?
El paisaje árido y muerto opera como metáfora del ahora impotente Sansón, despojado de su poder. Remolinos de amor respaldados por trémolos de timbales gatillan destellos de rayos. Truenos y tormentas eléctricas acompañan la captura de Sansón. El dueto de amor no se muestra como un idilio a pesar del acompañamiento de arpa. Cuando Sansón invoca su honor, los motivos de fanfarria y trompeta suenan para el reinado de su dios.
Sansón se debate entre el deber de ayudar a su pueblo oprimido y dejarse seducir por Dalila. Al comienzo del segundo acto, el trémolo de las cuerdas profundas rematados por los acordes de viento da una idea de la desgracia que se avecina. Las escenas en las que el coro juega un papel importante son reemplazadas en el inicio del tercer acto por la tortura de Sansón, una ejecución en masa de otros prisioneros y una celebración sensual y decadente llena de lujuria que desemboca en la catástrofe final, cuando el derrotado Sansón derrumba el templo.
APENAS SE DESVANECE LA ÚLTIMA NOTA, ESTALLAN LOS VÍTORES
Sólo la puesta de Szifron recibe reproches. ¡Error! El guionista y director de cine y televisión nacido en Argentina como Daniel Barenboim, quién lo invitó a Berlín después de ver su película “Relatos salvajes”, ha creado una historia coherente. Una obra de arte total (Gesamtkunstwerk) monumental con espíritu de cine bíblico. Ha pintado una ópera. La dejó en su tiempo. No la trasladó absurdamente hasta nuestros días colocando una bañera exenta sobre el escenario o artistas vestidos con faldas plisadas y blusas de poliéster.
Con conocimiento y sentimiento, la ha modernizado en los matices. Era importante para él descubrir las verdaderas motivaciones detrás de cada acción, hacerse las preguntas adecuadas y no quedarse en una mera historia de amor seguida de traición. “¿Por qué los mitos viven para siempre? ¿Qué fibras de nuestro ADN estimulan?”, se interroga en el texto del programa.
Con habilidad, combina música con literatura, danza, pintura y teatro y crea una comida perfecta de tres platos. Al final, convierte a la traidora en cómplice que reconoce su error fatal, tal vez incluso lo lamenta y se transforma en la asesina de su amo.
La versión de “Sansón y Dalila”, curiosa “grand ópera” de Camille Saint-Saens, con el director cinematográfico argentino Damián Szifron como regisseur y dirección orquestal de Daniel Barenboim, cosecharon aplausos y algunos abucheos en su primera presentación en la Opera Estatal de Berlín, según publicaron varios medios impresos y digitales alemanes.
La definición de “grand ópera” tiene que ver con que la riesgosa obra del compositor francés Saint-Saens tiene que encuadrar en ese subgénero, que supone temas históricos con impresionante despliegue tanto orquestal como escenográfico, su estilo recitativo y la inclusión de ballet.